
Por Hans Rothgiesser
A inicio de los años 90 el Perú se encontraba en una de sus crisis económicas más profundas. La hiperinflación no sólo era histórica para el Perú, sino para el mundo. Por muchos años se enseñaría el caso peruano para que otros países aprendieran todo lo que no había que hacer. Ellos aprendieron esa lección y han evitado las medidas que nos llevaron a nosotros a semejantes extremos. Otros, no nosotros. El Perú está de nuevo en esa misma senda nefasta, cometiendo los mismos errores. Nosotros mismos hemos decidido poner al mando de nuestra economía a algunos de los personajes que en ese entonces defendían esas malas medidas. Más allá de la discusión política o social, nos merecemos la crisis a la que nos dirigimos.
Mucho de lo que nos está pasando sucede, porque no hemos querido entender que los principios son importantes. Para el socialismo, por ejemplo, la verdad no es tan relevante. Todos lo hemos leído. Abiertamente postulan que “salvo el poder, todo es ilusión”, cita de Vladimir Lenin. El mismo Karl Marx, en su forma entreverada lo precede con frases como “todas las formas de Estado tienen a la democracia como su verdad y por esa razón son falsas en la medida en la que no son democracia”. El mero hecho de que el socialismo busque diseñar centralmente una sociedad o instituciones implica que limita la libertad de las personas, pues la alternativa es dejar que los individuos por su cuenta a punta de prueba y error vayan diseñando en el tiempo.
La izquierda en el Perú lo tiene claro. La derecha no tanto. En ese sentido, vale la pena preguntarnos: ¿Tenemos derecha? ¿Tenemos una agrupación política representada en el Congreso, que esté luchando por nuestros derechos, que crea esto en sus principios? No que yo sepa. Hay individuos que sí lo están haciendo, como Cavero o Anderson, por lo que son claramente atacados de manera puntual por los ayayeros del gobierno. Pero no tenemos un partido que tenga eso en su núcleo y que luche por eso en todas sus formas.
Durante la campaña pudimos escuchar al partido fujimorista, usualmente asociado a la derecha por la prensa, hacer promesas que distan mucho de la doctrina liberal. Desde entrega incondicional de dinero hasta incremento de gasto cuestionable, Fuerza Popular buscó ganar a Perú Libre en su propio juego, en vez de llevar la discusión a su arena. En vez de ser fiel a los principios que rigieron a las reformas económicas de los años noventa que sacó adelante el gobierno de su fundador, Alberto Fujimori, antes de que desviara por escándalos políticos y casos de corrupción.
¿Cuál fue el resultado de distanciarse de los principios liberales? Una elección más perdida. Si fuese una estrategia ganadora, en fin, podríamos entender que se haya politizado y hecho el sacrificio. No avalarlo, pero entender por qué se hizo. No obstante, ni eso. ¿Aprendieron la lección? Lo dudo mucho. No aprendieron esa lección en el 2011 o en el 2016. ¿Por qué tendrían que haberla aprendido ahora?
¿Sus nuevos líderes lo han hecho? Esperemos que ellos sí tengan la visión y el tino de definir principios verdaderamente liberales y de mantenerse fieles a ellos. Que de verdad defiendan la propiedad privada, que realmente defiendan la libertad de los ciudadanos de decidir por ellos mismos lo que les conviene, que pongan la preservación de la paz por delante del derecho a la protesta. Hay tanto por hacer y suficientes lecciones aprendidas como para saber que tener principios y mantenerse fiel a ellos rinde. Tratar de quedar bien con todos no lleva a alta popularidad. Lleva a ser populista que constantemente decepciona.