
Por: Hans Rothgiesser
En redes sociales algunos defensores del gobierno de Pedro Castillo se ven en la obligación de llegar a niveles insospechados para mantener su posición ante evidencia tras evidencia de corrupción y de mala gestión. Algunos incluso han llegado a decir que no se puede juzgar un gobierno socialista usando herramientas capitalistas, como las cifras y las mediciones. Otros han llevado este concepto un paso más allá y han llegado a decir que a fin de cuentas las matemáticas son un invento capitalista y que por eso no se puede evaluar el gobierno de Pedro Castillo usando aritmética simple.
Los que sí creemos en la utilidad de los números arábigos podemos identificar que el principal problema económico que nos genera este gobierno es el de la incertidumbre, lo que trae una serie de consecuencias terribles. La primera que sentimos incluso desde antes de que el nuevo gobierno se instalara en Palacio de Gobierno fue el incremento del tipo de cambio. Los anuncios preocupantes que habían hecho durante la campaña habían llevado a que empresas y familias se protegieran cambiando sus ahorros y recursos a dólares y en la medida de lo posible sacándolos del país. Esto llevó a que el tipo de cambio llegara a 3.86 a inicios de julio, a 4.0544 a inicios de agosto, que llegara a un máximo histórico de 4.1352 el 6 de octubre. Esto trae incremento de los precios de productos importados (como celulares o computadoras) y de productos producidos internamente que usan insumos importados (como el pan o el gas). Todo por la incertidumbre.
Hablemos entonces de la inflación. Como lo advirtió en julio el director del BCR Julio Velarde, había un fenómeno transitorio e internacional que estábamos atravesando. De hecho, para octubre del 2021 ya nos habríamos pasado del rango meta. Según algunos, el BCR podría haber sido más agresivo en controlar la inflación, aunque los instrumentos con los que cuenta para eso son limitados. De hecho, esto último sería novedad para el ministro de economía Francke que ni sabe cuáles son sus funciones: Cuando le preguntaron por la inflación, él respondió que eso era problema del BCR enteramente, lo cual no es cierto. La inflación se refuerza por la incertidumbre de su mala gestión y de sus anuncios disparatados. Otro detalle que le deberíamos recordar es que a la inflación se le conoce como el impuesto a los pobres por una razón: afecta a los que menos tienen. Algo que parece importarle poco.
Y, por supuesto, con esta incertidumbre no hay inversión. Lo que indica el alto tipo de cambio es que se está prefiriendo sacar el dinero antes que invertirlo en el Perú, justamente. Y sin inversión, no hay generación de puestos de trabajo de mejor calidad. No perdamos de vista el detalle de que en el empleo es en donde la gente de a pie percibe si a la economía le va mal o bien. En ese sentido, si no hay empleo digno de calidad para todos, se percibe que a la economía le va mal y que hay que cambiar el modelo. Más allá de lo que los políticos puedan decir, el empleo había estado mejorando lentamente años atrás. La pandemia puso fin a ese proceso. En el periodo julio agosto setiembre 2019, el 96.46% de la población económicamente activa estaba ocupada. En el mismo periodo del 2020, ese porcentaje cayó a 90.48%. Para el mismo periodo del 2021 aun no nos habíamos recuperado. Nos encontrábamos en 94.74%. Eso ni siquiera es considerando la calidad de ese empleo. Con esta incertidumbre, difícilmente se avanzará en este campo.
Ésta es la verdadera tragedia. El ministro Francke, la aliada Verónika y el presidente Castillo, entre toda la banda, están felices haciendo política y avanzando en sus planes de tomar el control de las instituciones. Sin embargo, en el medio está la gente que está perdiendo oportunidades de tener trabajo decente y de calidad. Para ellos eso parece no ser importante. Para nosotros, el pueblo, es lo único importante. ¿Por qué los toleramos, entonces?