
Por: Hans Rothgiesser
Los defensores de este gobierno se siguen preguntando si ya somos Venezuela. De hecho, con los recientes sucesos de estos días podríamos estar mucho más cerca de serlo. Tres noticias requieren comentario. Primero, el escándalo de Petroperú. Segundo, la escasez del pollo y el incremento del precio de los alimentos en general. Tercero, la propuesta del presidente Castillo para hacer frente al incremento del precio de los combustibles.
Concentrémonos en este último. Es importante entender que nuestra economía, al igual que todas las economías modernas actuales, son fuertemente dependientes de los precios de los combustibles. Si suben estos, todos los precios suben, porque es un insumo para casi todo. Por lo pronto, una situación como ésta nos sirve para notar cómo Petroperú no nos está sirviendo en lo más mínimo para hacer frente a esto. Los precios internacionales del petróleo suben y eso lleva a que los precios nacionales de los combustibles igual suban. Entonces, ¿no se suponía que manteníamos a esta empresa pública para compensar los incrementos en los precios? Pues, no, parece que no.
¿Qué se puede hacer, entonces? Una opción es subsidiar el combustible. Es decir, usar recursos del Estado -que son de todos nosotros- para fingir que el precio nunca subió. El precio al público resulta artificialmente bajo y la diferencia la paga el Estado. Esta medida tiene varios problemas. Primero, que ese dinero se acaba. Eso fue lo que nos pasó en los años setenta con los gobiernos militares y en los ochentas con los populistas. Esta opción es una bola de nieve que crece y crece y siempre termina mal. En nuestro caso, terminó en un fujishock que puso en orden las cuentas de un día para otro. Justamente, uno de los ajustes más traumáticos fue poner el precio de la gasolina en el nivel que debía estar, eliminando todo subsidio. ¿Por qué un gobierno querría repetir ese plato?
Segundo, es una medida que favorece más a los que más tienen. ¿Qué familias tienden a tener más carro propio, por ende, gastar más en gasolina y beneficiarse más del subsidio? ¿Familias de bajos ingresos o de altos ingresos? En ese sentido, estamos usando dinero del Estado para beneficiar a las familias de más altos recursos. Entonces, ¿por qué un gobierno aplicaría una medida que favorece más a los ricos, habiendo otras formas de intervenir?
Tercero, subsidiar productos genera un escenario en el cual se aleja a los agentes económicos de tomar decisiones eficientes. Por ejemplo, típicamente cuando el precio de un producto sube, las empresas en competencia buscan reducir costos, desperdiciar menos, ser más precisos, innovar en alternativas, etc. Al final, como consecuencia de esos precios altos, se tomaron medidas que hicieron a las empresas más competitivas. Eso es bueno. No obstante, si se subsidia al combustible, se bloquea ese proceso. No hay incentivo para innovar.
Cuarto, cuando un precio sube, es menos demandado y su consumo se reduce. Esto hace que los ingresos para las empresas que lo ofrecen sean menores. Eso no le gusta al gobierno, que tiene una empresa pública ofreciendo combustible directamente. Ni más ni menos que Petroperú, acusada de ser la caja chica del gobierno, la olla de corrupción que está en el ojo de la tormenta en estos días. Así que, ¿qué es lo que propone Castillo? Cerrar el círculo de la mala gestión, usando recursos públicos -que se van a acabar y que podríamos usar en otras muchas cosas- en fingir que el precio sigue bajo, de tal manera que su cantidad demandada siga alta. Esto, a su vez, garantiza los ingresos para Petroperú (y la empresa privada Repsol), que recibe la noticia con una sonrisa de oreja a oreja. Ese dinero que captura Petroperú… ¿va a programas sociales? ¿Va a aliviar la pobreza? No, va a pagar la multimillonaria deuda que tenemos por la Refinería de Talara y por las pérdidas de la empresa pública.
Quizás alguien se pueda sentir confundido, porque el presidente no ha mencionado la palabra subsidio en ningún momento. Esto es porque saben que muchos reaccionarían negativamente a eso. Por esa razón, lo que hace es utilizar el recurso del Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles, que fue creado para otra cosa. Por el momento será un mecanismo de subsidio y para evaporar los recursos del Estado.